El 27 de junio de 1806, los ingleses atacaban la ciudad española de Buenos Aires, en la Argentina, entonces tierra de la Corona de España.
Nuestro país, todavía aliado de la Francia de Napoleón, estaba en guerra con Inglaterra por aquel juego de alianzas. Después de la catástrofe de Trafalgar la armada española no estaba en condiciones de asegurar sus bases ultramarinas. Los ingleses lo sabían. Así mandaron una poderosa flota al mando del comodoro Home Popham. El virrey español, Sobremonte, reacciona torpemente y los ingleses tomarán Buenos Aires con escasa oposición. Pero otro militar español, Santiago de Liniers, destacado en la cercana Montevideo, organizará el contraataque.
Liniers acude de incógnito a Buenos Aires y comprueba que hay un grupo de patriotas dispuesto a resistir con un ejército secreto. Liniers vuelve a Montevideo. Obtiene del gobernador armas, munición, hombres y embarcaciones. Con esos pertrechos va a ejecutar una operación audaz. Primero había que burlar la vigilancia de la flota británica. Lo hará de forma temeraria: aprovechando un temporal que inmovilizó a los barcos enemigos, Liniers cruza el Plata entre el bravo oleaje, desembarca en la otra orilla y se dirige a Buenos Aires. Es el 12 de agosto de 1806. A los ingleses les coge por sorpresa. Sorpresa que aumenta cuando en las calles de la ciudad aparecen los hombres del ejército secreto de los patriotas. Beresford se rinde.